Eran las 2 am en París y Ava Bailey-Klugh de 7 años estaba despierta. El cambio horario es difícil, especialmente cuando eres demasiado joven para entender por qué un país entero está durmiendo cuando tu reloj circadiano dice que es momento de estar jugando.
Y también es difícil cuando eres el padre de aquella pequeña de ojos brillantes de 7 años. El exhausto padre de Ava Bailey se sentó con ella en el hotel mientras que el resto de la familia dormía. Padre e hija pasaron el tiempo juntos hasta justo antes de las 5 am cuando Bailey acompañó a su pajarito madrugador a la panadería al otro lado de la calle en búsqueda del primer lote de pain au chocolat.
Son estos momentos juntos que mantuvieron a Bailey y a su esposo, Triton Klugh, desafiando los peligros de viajar al extranjero con niños desde que sus hijas — Ava y Sophia, que ahora tienen 15 y 17 años — eran pequeñas.
“Cuando viajas largas distancias con tus hijos, hay mucho tiempo de concentración”, dice Klugh. “Estás en un avión con ellos, esperando en las filas con ellos y no tienes otra cosa que hacer que hablar e interactuar. Realmente te conecta con ellos, conocer a tus hijos mejor y experimentar nuevas cosas juntos. He encontrado esto realmente valioso — no obtienes mucho de eso durante el día a día cuando estás tan distraído por otras cosas”.
Esta familia de 4, ubicada en San Diego, han visto el mundo juntos desde Estambul, hasta Puerto Vallarta y Londres. Exponiendo a sus hijos a historia y cultura — con suficientes aventuras y unos cuantos lujos junto a la playa — ha sido una parte clave de su estilo de crianza. “Queríamos estar con ellas y no tener que dejarlas en casa y hacer todas estas cosas sin ellas”, dice Bailey. “Después de todo, habíamos trabajado duro para convertirnos en una familia”.
En los últimos 3 años, Bailey y Klugh han estado documentando sus aventuras en un blog de viajes, 2 Dads With Baggage. Con la ayuda de un Servidor Privado Virtual (VPS) de DreamHost, ellos encontraron una casa confiable para su sitio, donde comparten sus historias de viaje, así como también consejos y trucos — con un enfoque sobre cómo trazan el curso para otras familias LGBTQ+.
Comenzando una familia
Para Klugh, la vida familiar siempre fue el plan. Amó crecer con sus hermanos y hermanas, entonces un futuro con hijos se sentía correcto. “Quería una familia, pero al ser gay, no estaba seguro de cómo iba a lograrlo”, dice Klugh. “Imaginé que cuando tuviera una estabilidad financiera, lo haría yo mismo si no tenía una pareja en ese entonces”.
En su segunda cita, cuando se sentó con Bailey en una playa en Coronado, Klug casualmente abordó un tema que la mayoría evitan en una etapa temprana de las relaciones: Hijos.
“No me asusté”, recuerda Bailey. “Pero no era algo en lo que jamás había pensado hacer. Lo mencionó de nuevo, muchas veces, pero no me presionaba; dejó que me acostumbrara a la idea”.
Una vez que ambos estaban listos para convertirse en padres, comenzaron el proceso de adopción abierta y nos dijeron que como una pareja del mismo sexo debíamos esperar entre 12-18 meses.
Pero solo dos meses después, estaban sorprendidos al recibir una llamada sobre una madre interesada y dos meses después de eso, trajeron su nueva bebé a casa desde el hospital. Justo después del primer cumpleaños de Sophia, hablaron sobre encontrarle un hermano o hermana — y ya que añadir a Sophia a la familia tan rápido fue un golpe de suerte, comenzaron temprano. Esta vez solo les tomó 5 meses. Tener 2 niñas de edades tan similares fue definitivamente una sorpresa, de las buenas.
“Creo que cualquier padre o madre te diría que tener dos hijos en pañales y dos que gatean es más que el doble de trabajo”, dice Bailey. “Te hace ver bizco estar pendiente de ambas al mismo tiempo, pero fue muy divertido”.
La vida con dos papás
Hoy en día, se estima que entre 2 – 3.7 millones de niños tienen un papá o mamá LGBTQ+ con 200.000 de ellos siendo criados por una pareja del mismo sexo.
Pero, cuando Sophia y Ava estaban pequeñas, era una novedad ver a dos papás cuidando bebés. “A menudo recibíamos comentarios como: ‘Qué bonito, le están dando un descanso a las mamás’ como si fuéramos niñeras o algo así”, dice Bailey. “O algunas mujeres nos decían con amor, ‘¿necesitas ayuda con eso?’ asumiendo que un hombre no sabría cambiar un pañal o alimentar a un bebé”.
En vez de ofenderse, Bailey y Klugh le daban a estas personas el beneficio de la duda. La mayoría de las personas, entendían, no quieren ser insensibles — simplemente no lo entienden. “Elegimos tomarlo como un momento de enseñanza”, dice Bailey.
Bailey y Klugh nunca tuvieron pena de contarle a las chicas cómo se creó su familia tan única, pero pronto Sophia y Ava tuvieron la edad suficiente para entender las preguntas que hacían los extraños — y para ser molestadas por otros niños.
Cuando las chicas tenían más o menos 8 y 10 años, “ambas estaban teniendo problemas en la escuela con niños que no entendían que las familias pueden ser diferentes a las tradicionales”, dice Bailey. “Las hacía sentir diferentes”.
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Una Carta Sincera
Un día, Sophia tuvo suficiente. Entonces ella apeló a la autoridad más alta que se le ocurrió — el presidente de los Estados Unidos.
Klugh y Bailey estaban sentados en la mesa del comedor cuando Sophia les mostró una carta que le había escrito al presidente Obama. “Ella nos leyó esta carta realmente hermosa y sincera sobre cómo los chicos en la escuela la habían molestado por tener dos papás, y eso había herido su corazón y la forma en la que ella estaba feliz de que él estuviera a favor del matrimonio del mismo sexo”, dice Bailey. La carta le deseaba buena suerte a Obama en su carrera de reelección y le preguntó cómo manejaría él la situación, y terminó con un pedido empático: “¡Por favor responda!”.
Con lágrimas, Bailey tomó una foto de la carta escrita en la letra de Sophia de 10 años y la publicó en Facebook. Se hizo viral en cuestión de horas. “Era como una ola gigantesca”, recuerda Bailey. “Inmediatamente comenzamos a recibir llamadas de la prensa queriendo hacer entrevistas. ¡Fue una locura!” Queriendo proteger la privacidad de la familia, ellos dijeron que no a cada una de las peticiones para ser entrevistados — aunque un reportero pasó una dirección que haría que la carta de Sophia llegara directamente al presidente Obama.
La enviaron y pronto “una carta de entrega especial que yo habría firmado fue entregada a la puerta de mi casa”, dice Bailey. “Era una respuesta personal del presidente Obama; es hermoso que se haya tomado el tiempo de hacer eso”. Esa carta también se volvió viral, alimentando el foco que ya brillaba sobre la familia. La atención era abrumadora también “reafirmante e increíble”, dice Bailey.
Después de que las cosas se calmaron un poco, accedieron a aparecer en el The Katie Couric show para expresar apoyo por el caso de la Suprema Corte que finalmente hizo legal que Bailey y Klugh se casaran. Esa aparición en TV fue seguida por una invitación para atender a la fiesta de Pascua de la Casa Blanca.
“Fuimos a Washington, D.C. por una semana como invitados de la Casa Blanca; fue genial porque las chicas estaban comenzando a entender el significado de todo esto”, dice Bailey. “Fuimos al edificio de la Corte Suprema, nos paramos en las escaleras y le pude decir a Sophia que su carta estaba siendo leída en la cámara y que estaba influenciando su decisión. De cierta forma, todo debía conectarse para que viera cómo esto importaba; que esta niña de 10 años haya escrito algo que se convirtió en algo tan importante”.
Tutoría Digital
Antes de convertirse sin intención en una familia ejemplar para la crianza del mismo sexo, los bailey-Klughs ya eran auténticos viajeros del mundo. Su primer gran viaje internacional juntos vino con un viaje a los países clásicos Europeos — Londres y París — cuando Ava tenía 4 años y Sophia tenía 6 años.
“Fueron viajeras bastante intrépidas”, dice Bailey. “Llegamos todos de una sola pieza y se tomaron todo con calma”. Todo encajó para Bailey cuando la familia se paró en la cima de la Torre Eiffel, atrapando copos de nieve — algo raro en París — con la boca. “Fue hermoso e irreal”, recuerda él. “Después, tuvimos una pelea de bolas de nieve a frente de Notre Dame”.
Continuaron viajando, llegando a los destinos favoritos familiares en Hawaii, México, Italia y Costa Rica. Bailey y Klugh pronto obtuvieron preguntas de sus amigos, ambos gay y hetero, sobre cómo viajar con niños e ideas para actividades amigables para la familia en varios destinos. Bailey, quien ya había comenzado a bloguear sobre su experiencia con la carta viral de Sophia, gradualmente comenzó a cambiar a escribir sobre sus viajes familiares. Bailey y Klug pronto usaron su blog como una plataforma para impulsar a otras familias a viajar, especialmente aquellas que buscaban algo distinto a lo tradicional.
“Hay un amplio interés en familias como la nuestra encontrando lugares para ir donde somos bienvenidos alrededor del mundo”, dice Bailey. “Las experiencias de viajes de una familia LGBT realmente resonó entre las personas. Hay muchas familias que tienen hijos más jóvenes que los nuestros y realmente no saben cómo navegar todo, entonces también compartimos historias sobre cómo educamos a nuestros hijos. Ha sido algo así como una tutoría digital”.
El blog ganó tracción rápidamente, creando una comunidad amplia de lectores y atrayendo patrocinadores. “Las marcas reconocieron que teníamos una voz y una conexión a una audiencia a la que ellos querían hablarle también”. Estas marcas interesadas abrieron las puertas a viajes aún más familiares, incluyendo un viaje por carretera al Gran Cañón en el 2017 en un Kia Sorento — porque, como dijo Bailey, “los gays no usan RVs”.
El blog también ha sido un escape creativo a sus empleos diarios. Bailey trabaja en relaciones públicas y Klugh en diseño gráfico — específicamente, en la industria de disfraces de Halloween (si, las chicas siempre estuvieron abastecidas con suficientes disfraces de princesas). Entonces Bailey escribe las publicaciones y planea el contenido mientras que Klugh está a cargo de las visuales: diseño, fotografía y video. “Nuestro blog es bastante visual”, dice Bailey. “Somos personas bastante visuales y las historias que tenemos para contar requieren muchas fotos y videos, entonces el sitio web fue diseñado con eso en mente”.
Han usado DreamHost para el alojamiento de su sitio desde el principio, ahora están usando alojamiento VPS para poder manejar todo el tráfico web. “Creo que fue la fuente más confiable; vino altamente recomendada por mis consejeros más confiables”, dice Bailey. “De cierta forma pasa detrás de escenas, lo cual es bueno, ya que no tengo que preocuparme de eso”.
Recientemente, él ha estado experimentando con el plugin de WordPress ‘Mapify’ para crear un archivo visual de sus fotos y aventuras. “Estamos en el proceso de equipar un mapa del mundo con todos los lugares que hemos visitado, para que si las personas desean aprender más sobre un destino, simplemente puedan hacer clic en el mapa para ver fotos y publicaciones de blog”.
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A pesar del éxito de su sitio web, viajar como una familia no tradicional no siempre ha sido fácil. Cuando Sophia tenía como un año, sus papás la llevaron a Cabo San Lucas, en los días antes de que se necesitaran pasaportes para ingresar a México. Después de un increíble viaje, los 3 se acomodaron para el vuelo de regreso. Y esperaron. Y esperaron un poco más.
Pronto, oficiales federales de la policía Mexicana entraron al avión y los sacaron del vuelo. Encontraron sus maletas tiradas en la pista y fueron llevados a un cuarto de interrogación. Ambas Sophia y Ava son Latinas; “Pensaron que estábamos tratando de sacar a una niña ilegalmente de México”, dice Bailey. “Fue aterrador e insultante”. Afortunadamente, ellos tenían la documentación para probar que eran los padres de Sophia.
¿El consejo #1 para familias LGBTQ+ para viajar fuera del país? Traigan consigo su documentación.
“He escuchado de otras familias que tienen problemas donde las personas no entienden que dos mujeres o dos hombres pueden ser padres/madres de niños”, dice Bailey. “Pero no creo que una experiencia como la nuestra pasaría en un mundo como el de hoy — eso fue hace 16 años, y México ha avanzado mucho; el mundo ha avanzado mucho”. Aunque nunca se sabe, añade él, si te vas a cruzar con una azafata, un agente de migración o un piloto que no lo entienda.
“Me gustaría que no fuera el caso, pero aún lo es; algunas personas no están cómodas con familias como la nuestra”, dice Bailey. “Y nunca en todos nuestros viajes hemos tenido alguien que nos haya dicho algo abiertamente o hecho algo a nosotros que fuera violento o insultante, pero nos damos cuenta de que las personas no nos aprueban por la expresión de sus caras o la forma en la que interactúan con nosotros”.
También recomienda que los padres del mismo sexo investiguen un poco antes de elegir un destino para el viaje de la familia — en general, evita los países del Medio Oriente, donde la homosexualidad es a menudo ilegal — y busca un vecindario más liberal en el cual quedarte.
“Las cosas están mejorando alrededor del mundo”, dice Bailey. Él siente que han sido pioneros, incrementando la exposición de familias no tradicionales. “Me siento bien al ser una parte de eso, al simplemente ser visible y mostrarle a las personas que somos como los demás, estamos aquí criando a nuestras hijas, haciendo nuestras cosas”.
Criando Trotamundos
Klugh y Bailey se están preparando para enviar a sus hijas al mundo tan pronto se gradúen de la escuela secundaria en los siguientes años. Creen que viajar los ha acercado más como familia y expuso a sus hijas a diferentes tipos de vida.
“El mundo es un lugar gigante y hay muchos diferentes tipos de personas de todas las formas, tamaños, culturas y lenguajes”, dice Bailey. “Lo que está pasando aquí en San Diego o en California o en los Estados Unidos es simplemente una pequeña parte de una escena más grande. Queríamos criar a nuestras hijas como ciudadanas del mundo”.
Dándoles la posibilidad de planear viajes, estar en países desconocidos (ambas chicas son bilingües y felizmente le ayudan a sus papás a navegar en México), y experimentar las logísticas de viajar le ha ayudado a Bailey y Klugh a criar un par de chicas seguras de sí mismas.
“Viajar les da un sentido de empoderamiento”, dice Klugh. “Quiero que estén familiarizadas con los viajes, para que sepan que lo pueden hacer y que no deben tener miedo de hacerlo. El otro día Sophia estaba hablando de querer viajar a algún lugar ella sola, y se sentía segura de hacerlo, sin miedo de ir a lugares nuevos. Viajar ha inspirado esa pasión en ellas”.